Camino de Santiago
Julio 2011
Julio 2011
Con tres chicas del grupo de Jóvenes de la Parroquia (Beatriz, María y Virgnia) empezamos desde Lugo el Camino de Santiago. Fueron 9 días de Camino donde vivimos muchas experiencias, nos encontramos con gente, pudimos experimentar que es ser acogido…..en fin, vivir el Camino.
Os dejamos, además de algunas fotos y vídeos, algunas reflexiones de los jóvenes sobre las experiencias vividas en el camino:
Os dejamos, además de algunas fotos y vídeos, algunas reflexiones de los jóvenes sobre las experiencias vividas en el camino:
En el camino ves cosas malas como cuestas imposibles de subir y dices NO PUEDO. Cuando te tropiezas con una piedra pero dices que mas da todavía me quedan mas para tropezarme.
Pero también ves cosas buenas:
En el camino he aprendido muchas cosas:
Cuando te das cuenta que los kilómetros andados no son camino. El camino es gente, experiencia, bondad y momentos, sobre todo momentos. Momentos que están en nuestra memoria durante un tiempo,durante lo cual son la prueba de un día que nos emocionó, para después desaparecer de nuestra mente dejando el agradable sabor que nos recuerda lo bien que nos sentimos en aquel camino. Y es que cuando estas en el camino, te das cuenta de que te rodea una atmósfera de paz y alegría, y te sorprende la buena voluntad de la gente que te ayuda, te da comida y ánimo para seguir adelante.
Dicen que el camino cambia a la gente, y es cierto,durante el camino tienes muchas horas para pensar,reflexionar y estar en sintonía con la naturaleza y entender que si todos fuéramos un poco mas nobles este mundo seria mejor.
Pero también ves cosas buenas:
- Cuando dices ya no puedo mas y hay alguien a tu lado que te dice tu puedes y tira de ti hacia delante para que le acompañes en el camino.
- Cuando hay una persona que se pone mala y los demás le apoyan diciendo te vas a curar si o si y vas a caminar conmigo.
- Cuando tienes alguien a tu lado y que tu le puedas decir ''no pares,camina''.
- Cuando la cuesta que creías imposible y la has subido dices ''todavía me quedan mas cuestas y si he subido estas subo las demás''.
En el camino he aprendido muchas cosas:
- Que tus padres a pesar de todo son los que mas te quieren
- Que tus amigos aunque no lo creas van a estar a tu lado siempre apoyando en todo.
- Y sobre todos que las personas a las que mas quieran van a estar ahí siempre que lo necesites y van a estar dando fuerzas cuando no puedas mas.
Cuando te das cuenta que los kilómetros andados no son camino. El camino es gente, experiencia, bondad y momentos, sobre todo momentos. Momentos que están en nuestra memoria durante un tiempo,durante lo cual son la prueba de un día que nos emocionó, para después desaparecer de nuestra mente dejando el agradable sabor que nos recuerda lo bien que nos sentimos en aquel camino. Y es que cuando estas en el camino, te das cuenta de que te rodea una atmósfera de paz y alegría, y te sorprende la buena voluntad de la gente que te ayuda, te da comida y ánimo para seguir adelante.
Dicen que el camino cambia a la gente, y es cierto,durante el camino tienes muchas horas para pensar,reflexionar y estar en sintonía con la naturaleza y entender que si todos fuéramos un poco mas nobles este mundo seria mejor.
En la semana del 9 al 17 de julio, un pequeño grupo de jóvenes de la parroquia, emprendimos desde Lugo el Camino de Santiago con meta en la capital compostelana.
La idea con la que yo emprendía el Camino era la de llegar temprano a la meta, pero, a medida que avanzábamos me daba cuenta de que lo más importante no era llegar sino cómo llegabas, con quién llegabas, qué sentimientos y emociones surgían a lo largo del Camino.
Las complicaciones, aseguro que las hubo, y cada momento negativo me hicieron valorar más positivamente lo corriente y común y me hicieron sentir la felicidad plena en algunos momentos como la llegada a Santiago.
Al despertarme cada mañana rogaba a Dios que me sorprendiera con algo nuevo y gratificante, y por supuesto que lo cumplía; notaba a Dios muy cerca de mí, a mi lado caminando y sobretodo lo veía en infinidad de detalles. Detalles que, en su momento, no todos supe interpretar, pero que ahora entiendo y me ayudan en mi rutina diaria.
Del Camino de Santiago destacaría la hospitalidad y amabilidad de la gente. Desde nuestra llegada a Lugo todo fueron acogidas y bienvenidas ante lo cual nosotros nos mostrábamos cercanos y agradecidos.
Los peregrinos fueron aumentando al acercarnos a Santiago y de ellos, de cada una de las personas que nos acompañaron, que nos dedicaron una sonrisa, unas palabras o incluso caminaron con nosotros, de ellos, me llevo la alegría y su recuerdo en mi corazón. Cada persona con su historia, con sus motivos por los que dirigirse al Apóstol, me ayudaba a sostenerme y arraigarme en Cristo, me ayudaba en cada paso del Camino y cada persona que había pasado por allí antes y dejaba su frase de ayuda, al acabar esa cuesta que creías imposible, me enseñaba a valorar cada día más y más a las personas. Todos estos detalles no todos lo vivíamos de la misma forma, cada uno le encontraba su sentido y a unos les parecía inútil, a otros, como a mí, nos ayudaba a dar el siguiente paso y continuar muchos kilómetros más.
Al llegar a Santiago sentí ganas de parar el tiempo, no volver jamás a Madrid y volver al lugar de partida, es decir, Lugo. El cansancio no era comparable con la felicidad y alegría que el Camino me daba.
El resultado de este Camino es muy positivo y me ha ayudado a encontrarme conmigo misma y con Dios.
La idea con la que yo emprendía el Camino era la de llegar temprano a la meta, pero, a medida que avanzábamos me daba cuenta de que lo más importante no era llegar sino cómo llegabas, con quién llegabas, qué sentimientos y emociones surgían a lo largo del Camino.
Las complicaciones, aseguro que las hubo, y cada momento negativo me hicieron valorar más positivamente lo corriente y común y me hicieron sentir la felicidad plena en algunos momentos como la llegada a Santiago.
Al despertarme cada mañana rogaba a Dios que me sorprendiera con algo nuevo y gratificante, y por supuesto que lo cumplía; notaba a Dios muy cerca de mí, a mi lado caminando y sobretodo lo veía en infinidad de detalles. Detalles que, en su momento, no todos supe interpretar, pero que ahora entiendo y me ayudan en mi rutina diaria.
Del Camino de Santiago destacaría la hospitalidad y amabilidad de la gente. Desde nuestra llegada a Lugo todo fueron acogidas y bienvenidas ante lo cual nosotros nos mostrábamos cercanos y agradecidos.
Los peregrinos fueron aumentando al acercarnos a Santiago y de ellos, de cada una de las personas que nos acompañaron, que nos dedicaron una sonrisa, unas palabras o incluso caminaron con nosotros, de ellos, me llevo la alegría y su recuerdo en mi corazón. Cada persona con su historia, con sus motivos por los que dirigirse al Apóstol, me ayudaba a sostenerme y arraigarme en Cristo, me ayudaba en cada paso del Camino y cada persona que había pasado por allí antes y dejaba su frase de ayuda, al acabar esa cuesta que creías imposible, me enseñaba a valorar cada día más y más a las personas. Todos estos detalles no todos lo vivíamos de la misma forma, cada uno le encontraba su sentido y a unos les parecía inútil, a otros, como a mí, nos ayudaba a dar el siguiente paso y continuar muchos kilómetros más.
Al llegar a Santiago sentí ganas de parar el tiempo, no volver jamás a Madrid y volver al lugar de partida, es decir, Lugo. El cansancio no era comparable con la felicidad y alegría que el Camino me daba.
El resultado de este Camino es muy positivo y me ha ayudado a encontrarme conmigo misma y con Dios.