Hay muchos, muchos motivos para suscribirse. Aquí podéis encontrar algunos testimonios de miembros de la Parroquia que ya están suscritos.
Si no estás suscrito todavía y quieres hacerlo, puedes hacerlo en la Parroquia o desde aquí. Y si ya lo estás y quieres contarnos porqué, envíanos tus razones y las publicaremos
Buenos dias,
Me ha pedido Bernabé que comparta con vosotros las razones por las que mi familia decidió suscribirse a esta Parroquia con una cuota periódica.
En realidad, se trata de una cuestión bastante simple:
Si para nosotros es importante la presencia de la Iglesia en España y en Madrid, lo es de un modo particular en nuestro barrio. Cuando vinimos a vivir aquí, hace unos cinco años, no había Parroquia próxima y desde que arrancó “La Beata”, nos sentimos mucho más acompañados, tanto a nivel personal como familiar. A nivel personal, cada domingo y cada vez que hemos necesitado un consejo, pedir perdón por nuestros pecados … A nivel familiar, y por poner ejemplos concretos: hace poco, cuando quisimos bautizar a nuestro hijo pequeño; el próximo año, nuestro hijo mayor recibirá su Primera Comunión, también en la Parroquia. Cuando hemos acudido a ella, siempre nos hemos sentido acogidos.
Y si, para hacer esto posible, hay personas que dedican su vida y otras que dedican mucho tiempo, y nosotros, ya sea porque nuestra circunstancia familiar y personal no nos lo permiten, o porque nuestra generosidad no llega a tanto, al menos, nos sentimos con el deber de colaborar en sostener los gastos, algunos de ellos inevitables, sin los cuales no sería posible mantener la Parroquia: luz, calefacción, alquiler del local, etc .. Gastos habituales, que pagamos cada uno en nuestra casa y, por el mismo motivo, en la Parroquia, cuando forma parte importante de nuestras vidas.
Entendemos que la suscripción a través de una cuota periódica es la única vía que permite planificar el sostenimiento económico de la Parroquia y, por lo tanto, la manera más responsable de atender a esta necesidad.
Muchas gracias.
Me pide la parroquia que explique por qué ayudo económicamente a la Parroquia.
Pues bien. Yo ayudo a la Parroquia porque me he encontrado con Cristo a través de la Iglesia. Es lo más grande que me ha sucedido en la vida. Y eso la ha cambiado. Aunque traicione a Cristo a diario, bien lo sabe mi familia, yo me he encontrado con Cristo. Encontrarme con Cristo me ayuda a mirar todo de una forma distinta, cristiana:
En la Parroquia se me perdonan mis pecados y recibo a Cristo en la Eucaristía. La vida comienza de nuevo. Y eso no tiene precio.
La relación con mis hijos es mucho menos instintiva. Y eso no tiene precio.
Quiero más a mi mujer y la quiero más desde que tiene cáncer, pero la posibilidad de perderla no determina cada instante porque Cristo es el sentido de mi vida, no mi mujer, a la quiero mucho. Y eso no tiene precio.
Soy profesor de Instituto. Si después de casi treinta años de profesión no pienso principalmente en el siguiente puente cuando voy a trabajar, ni en la dureza del trabajo en los tiempos que corren, si sigo apostando por mis alumnos no es por mi voluntad, sino por la relación con Cristo en la Iglesia. Y eso no tiene precio.
Con Cristo encontrado en la Iglesia lo tengo todo. Por eso, cuando ayudo económicamente no hago sino agradecer todo cuanto he recibido, infinitamente más que lo que yo pueda aportar. Mi aportación la hago por domiciliación bancaria. De esa forma, además, mis aportaciones se benefician de una desgravación del 25% en la Declaración de la Renta y la parroquia puede calcular mejor cuando puede empezar la construcción del nuevo templo
Ante esta situación, venimos a hacer un llamamiento de colaboración con la Parroquia.
Os voy a contar la experiencia de nuestro caso, el de mi mujer y el mío. Nosotros entramos en contacto con nuestra Parroquia en marzo de 2008. No conocíamos a nadie y de hecho cuando vimos el local ni siquiera pensábamos que se tratara de una Iglesia Católica
Empezamos a asistir a misa de 11:00 y pronto nos sentimos identificados en la Parroquia. Un día comentaron el tema de las suscripciones. Cogimos el boletín de suscripción y lo tuvimos en la mesa de casa varios meses, relleno, pero no lo entregábamos (a veces por dejadez a veces incluso por vergüenza....no conocíamos al Párroco, que corte entrar.....)
Un día decidimos que era el momento de hacerlo...¿los motivos?...cada vez nos sentíamos más identificados con una Parroquia Católica en Valderribas. Hasta entonces vivíamos el Barrio como una realidad ajena a nosotros y gracias a la Parroquia empezábamos a sentir el Barrio como nuestro y pensábamos que era una obligación el colaborar con esta pequeña Parroquia y su Misión.
Así que nos armamos de valor, entramos en el despacho después de misa y dimos el papel de suscripción...eso, que pensábamos que era el final de nuestro proceso de decisión (nos suscribimos, no nos suscribimos) no era más que el principio de lo que ha sido nuestra relación con la Parroquia.
A raíz de aquel gesto, ya no sólo nos sentimos identificados con la Parroquia, sino que nos sentimos parte de ella y comprometidos con ella y con la Misión de la misma en el Barrio...y no sólo en el Barrio.
A partir de ese momento, hemos participado de muchas cosas que nos han permitido crecer como personas, conocer a multitud de amigos, sentirnos acompañados en la Fe, ser educados, en fin, cambiar nuestra forma de afrontar la vida.
Os invitamos a que os suscribáis a la Parroquia:
- Porque nuestra Parroquia necesita vuestro compromiso para poder construir, llegando a más gente en el Barrio, cumpliendo así su misión evangelizadora
- Porque la Iglesia necesita que quienes formamos parte de ella nos comprometamos con ella y su sostenimiento
- Porque queremos que todo el mundo pueda vivir nuestra experiencia
En nuestro caso, existía una apertura a suscribirnos a la parroquia porque teníamos la experiencia de haber vivido en Estados Unidos y allí esto se vive como algo natural. Estábamos tan convencidos de las razones por las que es bueno estar subscritos que cuando volvimos a España, una de las primeras cosas que hicimos fue ir a suscribirnos a una parroquia. Y evidentemente, no lo hacíamos porque fuera lo esperado socialmente, ya que sabíamos que en nuestro país no es costumbre; sino que la iniciativa partió de la consciencia de ser hijos. Nos sentimos hijos, hijos del Padre, y si somos conscientes de ser hijos, lo mismo que sostenemos nuestra casa, queremos sostener también la casa de nuestro Padre, la Iglesia (la parroquia, la Iglesia Universal, los pobres...).
El sostenimiento de la Iglesia me recuerda a la del milagro de la multiplicación de los panes (Mc 6, 34-45). Una muchedumbre estuvo escuchando a Jesús y como ya era tarde y estaban sin comer. A los discípulos les dio pena, pero como estos aún no tenían esa consciencia que sí tenía Jesús, de ser hijos, veían el problema como algo ajeno que aquella gente debía solucionar por sí misma: “Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer” sugirieron a Jesús. Cristo, por el contrario, que sí se sabía hijo (el Hijo), veía la necesidad de sus hermanos como propias, y por tanto, se implicó en buscarle solución e implicó también a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”. ¡Tenían cinco panes y dos peces para cinco mil hombres! Pero Jesús cogió la escasa comida y la multiplicó. A veces, me dice la gente que se corta en subscribirse porque le parece que es poquito lo que pueden dar; pero es que ese poquito el Señor lo multiplica.
Cada uno de nosotros tiene sus talentos (unos para la música, otros el don de enseñanza, otros el de acogida...) que puede poner a disposición de Dios y de su Iglesia; no sólo el dinero, pero el dinero también, porque la parroquia tiene muchos gastos y la construcción del nuevo templo, que va a ser un gran bien para el barrio, debemos asumirlo como propio.
Así, mi marido y yo también vemos las necesidades de la Iglesia, y en concreto de nuestra parroquia, como propias, y actuamos como un hijo hace en casa de su padre. Si mi padre necesitara que le ayudara a sostener su casa ¿no lo iba a hacer?, lo sentiría como algo propio. Está implicado también, por tanto, el sentido de pertenencia.
Otro de los muchos motivos que tenemos para ayudar a sostener la Iglesia es la consciencia que tenemos de la providencia de Dios en nuestras vidas; por lo que nos parece justo devolverle una parte de todo lo que nos da.
Recuerdo una frase que dijo el Señor a Sta. Teresa de Ávila: “Tú ocúpate de Mis asuntos, que Yo me ocuparé de los tuyos”. Y si me aplico esta frase a mí misma es porque tengo experiencia de que así lo cumple el Señor (Mt. 6, 24-34). Nosotros, vemos la mano de Dios detrás de todas las cosas y por eso le estamos agradecidos:
Si mi marido consiguió trabajo en su momento y si lo conserva es porque Dios mueve los hilos.
Por varias desgracias personales, tuve que hacer reposo absoluto en varias ocasiones; y fueron tres mujeres de la Iglesia las que vinieron a cuidar de mí horas y horas, días y días, cuando no podía estar mi marido o mi madre (Mt. 25, 31-40). ¡Y la iniciativa partió de una de ellas! ¡Pero me resulta tan evidente que fue el Señor el que lo puso en su corazón que ¿cómo no voy a estar agradecida y devolverle una pequeña parte de todo lo que me da?!
La primera vez que tuve que hacer reposo, acababa de volver a España y casi no conocía a los sacerdotes de Vicálvaro, así que los dos primeros días no terminaba de hacer acopio de valor para “molestarles” y pedirles que me llevaran la eucaristía a casa. Pero era tan importante para mí y mi corazón era una petición continua a Dios, que al tercer día de reposo uno de los sacerdotes tomó la iniciativa y me llamó: “¿No quieres que te llevemos la comunión a casa?” Y entre tres sacerdotes se organizaron para traerme a Cristo. ¡Claro que es cosa de Dios que no nos abandona! Se lo agradezco a Él y a quienes fueron dóciles a su gracia. Por supuesto, la comunidad eclesial nos acompañan en nuestro matrimonio, con nuestros hijos, en nuestro proyecto de vida... ¿No es justo que devuelva a su Iglesia una parte?
Son algunas de nuestras razones para sostener a la Iglesia. Pero ¿por qué suscribirnos en lugar de ir dando cada domingo lo que nos va pareciendo? Primero, porque es una ocasión que nos obliga a pararnos a pensar qué significa la Iglesia para nosotros y nuestra familia y qué prioridad tiene en nuestra vida. El suscribirnos implica para nosotros que estamos comprometidos con la casa de Nuestro Padre. Es positivo porque nos obliga a hacer un cálculo razonado sobre cuánto podemos aportar realmente, a diferencia de cuando llegaba el domingo y de repente nos ponían la cesta delante.
Nuestros ingresos son limitados, tenemos que contar primero con los gastos fijos (los prioritarios). De ahí la ventaja de la suscripción, ya que mentalmente incluimos el sostenimiento de la Iglesia entre nuestros gastos fijos: sostenemos nuestra casa y en el mismo orden, al igual que sostendríamos la de nuestros padres si hiciera falta, sostenemos la casa de Nuestro Padre (con una cuantía reflexionada). Para las cosas de menos importancia usamos el dinero que queda disponible: es de esta parte de la que podemos recortar (Mt 6, 19-23). Siempre se van a quedar cosas en el tintero, pero es muy importante para nosotros que no sea la Iglesia lo que se quede en el tintero.
Amaia y Alex
Todo empieza por un encuentro, algo que nos llama la atención y nos suscita un interés desconocido hasta el momento.
Mi marido y yo, no éramos precisamente personas de ir a misa, no teníamos esa costumbre, ni sentíamos la necesidad de hacerlo.
Un día conocí a Bernabé cuando estaba construyéndose la parroquia, me gusto su forma de hablar de decir las cosas, luego fuimos a la inauguración de la parroquia y empezamos a ir a misa los domingos porque nos gustaba lo que oíamos, nos aportaba algo nuevo.
Hace tres años de esto e íbamos con nuestra hija en el carrito, al ser la parroquia pequeña, no sabíamos dónde ponernos para no molestar a la gente, era incomodísimo hasta tal punto que no nos enterábamos de nada, fue en ese momento cuando mi marido cogió un papel de suscripción y me dijo:”esto no puede seguir así, hay que colaborar para poder construir una Iglesia mayor lo antes posible”
En el primer año de andadura de la parroquia, Bernabé me propuso ser catequista de primera comunión y acepté, llevo tres años preparando a mi grupo de niños y aquí surge otra necesidad de construir la Iglesia nueva, nosotros, cada día tenemos que colocar las mesas delante de la puerta de entrada lo que conlleva que en invierno al abrirse la puerta el calor se escapa, por lo cual pasamos frío y para que nosotros estemos bien, los del altillo pasan mucho calor, pero esto no es solo lo malo sino que hay personas que a veces van a rezar durante la catequesis y casi no lo pueden hacer por la falta de intimidad y recogimiento que hay, al estar nosotros, la gente no goza de esa privacidad necesaria para rezar.
A la hora de pensar en la cantidad que podíamos a portar, pensamos que era poco, pero no nos descuadraba la economía familiar y lo importante es que sea constante, una cantidad de la que nos podamos desprender sin esfuerzo pero con la que pueda contar la parroquia.